En un mundo en el que todo ocurre con demasiada rapidez, se hace extraño encontrar quién hace apuestas meditadas, jugando la carta de la excelencia, y no se deja llevar. Pero sí, lo tradicional, trabajado con paciencia y mimo, aún encuentra grietas en las que flitrarse. Este es el caso de la regañás de Manolín Mora, de Montilla.