Por Chary Serrano
Un punto fuerte que ofrecer a los visitantes de Córdoba, es recomendar “La Ruta de los Molinos”. Una forma de conocer nuestra historia a través de los diferentes oficios que florecían en Córdoba entre los siglos XV y XVI.
“El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, con fecha 30 de junio de 2009, declaró Bien de Interés Cultural y acordó inscribir en el Catálogo general del Patrimonio Histórico Andaluz, como monumentos, los molinos situados en el curso del río Guadalquivir a su paso por la ciudad de Córdoba, reconociendo que estas construcciones ofrecen un gran valor histórico y etnológico como muestras de la arquitectura preindustrial en un entorno de especial interés paisajístico y cultural”
“Esta iniciativa trata de poner en valor la cultura del agua, con sus paisajes y sus espacios, como cuna de nuestra historia local, de interpretar la riqueza de nuestro legado cultural y natural, potenciar una educación dirigida a toda la población, centrada en el reconocimiento del río como generador de servicios saludables, culturales, ambientales y también económicos.
En la ruta se incluyen los «Sotos de la Albolafia», monumento natural protegido desde 2001 por la Junta de Andalucía. La competencia de la conservación de los molinos la tiene el Instituto Municipal de Gestión Medioambiental del Ayuntamiento de Córdoba (IMGEMA).
Dicho ésto, paso a relataros la experiencia que vivimos los académicos de la Academia Andaluza de Gastronomía y Turismo en la visita a Córdoba de 3 días con motivo de la Asamblea Anual y la entrega de los premios Andalucía de Gastronomía. De los académicos de Córdoba, tres pertenecemos a ésta asociación Sabores de Córdoba.
Comenzamos la ruta en el Molino de Martos, que debe su nombre a una puerta homónima de la antigua ciudad amurallada.
Nos recibieron: Daniel Garcia-Ibarrola, Tte. Alcalde, Delegado de Turismo, Sostenibilidad y Medio Ambiente y Presidente de IMTUR e IMGEMA, Francisco Martínez, responsable de la Ruta de los Molinos del IMGEMA, junto con Antonio Fernández, gerente del obrador de pan artesanal Fernandez y la directora de Acopinb, Charo Carmona.
Acopinb, es una asociación cordobesa sin ánimo de lucro para jóvenes con discapacidad intelectual. Nos trajeron el magnífico aceite de oliva virgen extra que resulta de los olivos de su finca “El Aguilarejo” de cultivo ecológico, donde estos jóvenes aprenden los oficios de agricultura y jardinería, para poder labrarse un futuro laboral.
El hilo conductor fue recordar la harina que se molía en este molino, con granos diferentes a los de hoy en día y que daban como resultado panes también diferentes. Y en esto los Hermanos Fernández son expertos, ya que con el grupo de investigación ‘Meridies’ de la Universidad de Córdoba, tras un largo estudio, hicieron posible obtener “8 panes medievales”. Pan de raciones, de compaña, pan de bizcocho, pan musulmán, pan de ritual y otros, siguiendo procesos de elaboración de la Edad Media y utilizando recetas originales del siglo XV.
Para llegar a hacerlos realidad, consultaron los libros de actas del Ayuntamiento del Archivo Municipal, las ordenanzas municipales y recetarios y tratados de la época, como la ‘Sevillana medicina de Juan de Aviñón’ (1418) o el ‘Libro de los oficios del monasterio cacereño de Guadalupe’ (1503). Panes de ritual. (Más información en nuestro artículo “Cata de panes medievales”.
Nuestro guía fue Francisco Martínez, responsable de la Ruta de los Molinos, quien nos explicó detalladamente los oficios que se desarrollaban en este molino, pues no solo era molino harinero y de gran importancia para moler los cereales, también se limpiaban y afinaban tejidos, paños y se encurtían pieles.
En la actualidad el Molino de Martos alberga en su interior el Museo Hidráulico de Córdoba con recursos audiovisuales, maquetas, etc. por los que podemos conocer el proceso de producción del cereal en otros tiempos, en la planta superior, además de un mirador, y abajo vemos la vieja estructura del molino con salida al río. Allí aprendes la interpretación de la historia a través de la cultura, la gestión del agua y la tradición en el uso de las plantas del entorno para el lavado de los tejidos, como la saponaria.
Aunque su construcción data del siglo XII, la mayor parte de la estructura actual es de los siglos XV y XVI, con numerosas transformaciones posteriores. Contaba con tres batanes, una sala de molienda y un embarcadero, donde se embarcaban los productos que salían para otras ciudades y otros países. Hasta el siglo XV el río Guadalquivir fue navegable desde Córdoba hasta el mar.
A finales del siglo XV, la industria textil cordobesa había experimentado un crecimiento muy importante. Los tres focos de producción que destacaron en este siglo fueron Segovia, Córdoba y Madrid.
Al término de la visita al molino, pudimos degustar los panes y el aove, momento muy celebrado por todos los asistentes, aparte de podernos llevar un pan cada uno. Y no solo medievales, nuestras teleras, por las que este obrador se ha llevado importantes premios. Creo que probamos de todos los panes, mojando en el rico aove.
Por la ribera nos dirigimos al Puente Romano y desde éste vemos los molinos de la Albolafia, Pápalo Tierno y a lo lejos el de Enmedio, en malas condiciones de conservación, no visitables.
Por la torre de la Calahorra llegamos a la visita del molino de San Antonio. Este molino ha ido sufriendo distintas transformaciones y usos a lo largo del tiempo. Lo que se puede ver ahora en el Molino es la última restauración que acabó en el año 2008, realizada por el Arquitecto Juan Cuenca. Además de poner en valor los restos originales, se le ha realizado una cubierta completa.
El origen de este molino es de la época islámica de Córdoba. Los primeros datos que se conocen de él son del siglo XIV y XV. Son muchos los nombres por los que se ha denominado a esta edificación, entre ellos el Molino de Cascajar, de Godoy o Aceñas del Mayordomo.
San Antonio es el nombre que ha llegado hasta nuestros días, puesto que dentro de una hornacina situada sobre la puerta de entrada, se colocó una imagen de San Antonio, lo que acabó denominando al edificio de forma popular.
En la actualidad tiene dos partes bien diferenciadas, la parte baja donde se conserva parte del Molino original y la parte superior que está destinada a mirador y salón de exposición e interpretación permanente de los Sotos de la Albolafia y los Molinos del Guadalquivir en la ciudad de Córdoba.
Al término de la visita, nos hicimos una foto de grupo.
Desde aquí agradezco la oportunidad de haber podido disfrutar de esta ruta, gracias a Daniel García-Ibarrola y Remedios Marín del IMTUR por hacerla posible y al Real Jardín Botánico por facilitarnos su mejor guía, el responsalbe de esta ruta, Francisco Martínez y a Adelardo Cánovas. Y por supuesto, en nombre de todos los integrantes de la Academia, que la disfrutamos mucho.
Para ampliar información, pinchad en Rutas para descubrir los molinos fluviales de Córdoba. Incluye una guía interactiva.