Por Alejandro Ibáñez.
Una vez más podemos comprobar el artículo 1º y único de la Ley de la Arqueogastronomía: junto a cada yacimiento arqueológico importante siempre hay un lugar donde, tanto el arqueólogo como a aquellos que les gusta navegar por el tiempo, los llamados viajeros culturales, pueden degustar los placeres de la gastronomía local. Y hoy lo he vuelto a comprobar desayunando en el Ventorrillo Los Pelaos antes de subir al impresionante conjunto palaciego ibérico del Cerro de la Merced, en Cabra.
El desayuno de hoy, como no podía ser de otra manera, ha sido un excelente chorizo casero y de producción para los clientes del Ventorrillo, con pan de verdad, aunque la carta es… (ver código QR in situ). También te pueden poner, como el que no quiere la cosa, unos huevos fritos con ajitos que pueden servir de motor seguro para llegar al impresionante yacimiento del Cerro de la Merced que se encuentra justo enfrente.
El complejo aristocrático ibérico del Cerro de la Merced se ubica en la carretera A-339, que hoy une la Campiña Cordobesa con el Parque Natural de las Sierras Subbéticas (declaradas Geoparque Mundial de la Unesco), en realidad una antigua vía de comunicación fosilizada que se remonta a época prerromana, y justo frente al conjunto gastronómico de Los Pelaos, destaca este cerro aislado y de forma cónica, hoy más todavía más visible por la blanca cubierta, casi una nube, que lo protege.
Tuve la suerte, hace ya algunos años, de impulsar su compra por el Ayuntamiento de Cabra y, desde 2012, de colaborar con el Grupo de Investigación Polemos de la Universidad Autónoma de Madrid que dirige mi amigo el Catedrático de Arqueología Fernando Quesada Sanz y al que secundan, incansables, otros dos arqueólogos amigos, Mónica Camacho Calderón y Eduardo Kavanagh de Prado.
Ellos podrían estar días o más hablando del yacimiento, pero… no es momento ni lugar así que presentamos aquí este pequeño entremés que he aprendido de los mismos. Su privilegiada posición fue, seguramente, la causa de que en algún momento entre los siglos V y IV a. C. se eligiera para alzar un edificio, probablemente un santuario, del que sólo sabemos que estuvo decorado con espectaculares relieves vegetales de los que se conservan buenas muestras. Por razones que todavía se desconocen el viejo edificio es reutilizado y cambia de función. Para ello un señor de la guerra íbero, o un noble, construye este complejo arquitectónico monumental, símbolo de poder, de planta cuadrada y dos alturas, con potentes muros ciclópeos. La planta baja estuvo dedicada a almacenes enlosados, áreas de molienda y, tal vez, una pequeña y recóndita capilla, recuerdo del santuario primigenio.
Este gran recinto estaba además rodeado por una terraza perimetral contenida por otro gran muro de aterrazamiento. Una escalinata de piedra enlazaba la puerta con la gran terraza y el gran recinto de la cima. El aspecto sería imponente, y lo sigue siendo hoy. Su decadencia comienza ya a fines del siglo III a. C., tal vez como consecuencia de los primeros tiempos de la ocupación romana, cuando, como han demostrado las diversas campañas de excavaciones arqueológicas realizadas, comienza su declive y sus potentes esquinas son demolidas y sus sillares ciclópeos rodados monte abajo para impedir su reconstrucción.
No obstante, su fascinante historia no termina aquí, sin embargo. En época islámica el Cerro de la Merced revivió una modesta reocupación, quizá controlando el paso entre Cabra y Priego, aunque esta atalaya no perduró mucho. Las ruinas eran tan imponentes, sin embargo, que a mediados del siglo XVII buscadores de tesoros horadaron entre sus viejas estructuras buscando míticos tesoros y las posibles riquezas de los moriscos.
Todavía no es visitable pero pronto podremos admirarlo. El Ayuntamiento de Cabra, lo mismo que ha impulsado su compra e investigación, se ocupa ahora de su restauración y puesta en valor a la mayor brevedad posible aunque podemos ir abriendo boca, nunca mejor dicho, en una visita al Ventorrillo Los Pelaos y continuar la misma en el Museo Arqueológico Municipal de Cabra donde se conservan materiales e información tanto de este yacimiento como de otros del término municipal.