La maestría en la fascinación por un tema: el bodegón

Sobre Miguel Rasero, pintor de Doña Mencía (Córdoba). Por Ramón Montes

Si nos adentramos en la búsqueda del tratamiento del bodegón como tema artístico entre nuestros pintores contemporáneos, nos encontraremos con un artista singular que lo ha venido desarrollando a lo largo de toda su carrera artística. Se trata de Miguel Rasero, nacido en 1955 en el pueblo cordobés de Doña Mencía.

Desde muy joven se traslada a Barcelona, ciudad que se convertirá en el espacio artístico en el que se formará. En la atmósfera artística de esos años estará muy presente la personalidad de Antoni Tapies con su informalismo y pintura matérica, y fue el terreno fértil en el que inquietos jóvenes artistas emergieran de un periodo oscuro con gran inquietud, como es el caso del Grupo Trama, 1974 y el Grup de Treball, 1970-73.

Tras una experiencia inicial en el expresionismo abstracto, promulgado por el influyente crítico estadounidense Clement Greenberg, Rasero siempre se afianzó en la búsqueda de su individualidad, su personalidad propia, la cual, sin dejar de ser receptora de influencias, su proyecto hacia una introspección en la búsqueda de su propio mundo creativo, se convierte en un encuentro consigo mismo.

En algunas de sus obras se aprecia el influyente magisterio de grandes maestros de la pintura, tal y como él cita: Zurbarán, Cézanne y los cubistas Picasso, Braque y Gris.
Del pintor barroco Francisco de Zurbarán (1598-1664) apreciamos en sus obras el modelado del claroscuro y su interés por alejarse del realismo para obtener ciertos matices arcanos; aspectos muy marcados en sus primeras obras, como es el caso de Dame la luna, 1989.

En ese interés por su distanciamiento de las formas reales para conformar una recreación propia e idealista de las mismas, recurre a sutileza del postimpresionista Paul Cezanne (1839-1906); para ello transforma en formas simples y planos de color los elementos empleados, con la intencionalidad de conseguir representaciones complejas, en las que los indicios naturalistas cohabitan con las abstracciones; a la vez que aplica la geometría y la fuerza del color como instrumentos expresivos, como es el caso de Sin título, 1987.

Sin embargo, serán los cubistas Georges Baque (1882-1963), Juan Gris (1887-1927) y especialmente Pablo Picasso (1881-1973) quienes marquen de manera inequívoca su obra. El geometrismo está muy presente, al igual que el abandono de la perspectiva renacentista, la ausencia de sensación de profundidad, el empleo de diferentes planos visuales y la autonomía de los objetos; y a ello hay que añadir la amplia presencia del tema del bodegón. Dentro de esta línea estética y técnica son muchas las obras que nos pueden servir como referentes, y que ilustran este texto, en las que bajo diversos
registros son claro testimonio de las influencias y gustos estéticos de los que se nutre la creación artística de su obra.

Además de las anteriores tendencias y personalidades del mundo del arte, se observan también algunos rasgos de las creaciones con las que Robert Delaunay (1885-1941) y su pareja Sonia Delaunay (1885-1979) enriquecieron las vanguardias artísticas de principios del siglo XX con su “simultaneismo”, donde el color se convierte en protagonista en la creación del espacio y las formas; las pinturas, así, intentan crear el efecto de expresión dinámica hacia la descomposición del movimiento.

A lo largo de su carrera artística, y como claro indicador de su espíritu inquieto e investigador de las experiencias estéticas ha trabajado sobre diversas temáticas, constituyendo verdaderas series. Sin embargo, el tema del bodegón siempre ha estado presente en sus creaciones como una idea recurrente en continua recreación. Y dentro de su extensa producción artística hay un aspecto muy evidente y personal que aflora en todas sus obras: su íntima y profunda investigación sobre el elemento plástico.

Cada obra es fruto de un intenso trabajo creativo, en el que tanto el análisis como la síntesis de la obra se aprecian en el resultado, fruto de una gestación artística profunda, íntima y de un alto nivel estético personal.
Se trata de un artista con gran dominio técnico, que puede apreciarse en sus diferentes obras, en las que diversos registros, tanto temáticos, como técnicos, simbólicos y formales, vienen a conjuntarse en el efecto final; un resultado que atrae la atención del espectador ofreciéndole, junto al puro placer contemplativo, el interés intelectual por el análisis técnico de su obra.

Miguel Rasero ha realizado cerca de setenta exposiciones individuales de su obra, claro testimonio de la enorme aceptación con la que ha sido recibida por la crítica, las instituciones, las galerías y el público.

De entre ellas podemos destacar: 1975, Estudi Tretze, Barcelona; 1983, FIAC-Galería Trece, Grand Palais, París; 1984, Galerie Etienne de Causans, París; 1986, Philippe Guimiot Art Gallery, Nueva York; 1990, Galería Varrón, Salamanca; Galería Anselmo Álvarez, Madrid; 1994, Galería Sala Parés,
Barcelona; 2002, Diputación de Córdoba; 2004, Galería Vallecchi, Florencia; 2007, Galería Fermín Echauri, Pamplona; 2009, Sala Puerta Nueva, Córdoba; 2012, Liam Thuillier, Londres; y Sala Parés, Barcelona. De igual manera su obra ha participado en cerca de sesenta exposiciones colectivas, entre las que podemos citar: 1984, Bienal de Pintura, Barcelona; 1985, Galerie Etienne de Causans, París; 1986, Lineart Ghent – Philippe Guimiot Art Gallery, Bruselas; 1988, ARCO 88, Madrid; 1991, Córdoba, Arte Contemporáneo 1957-90, Junta de Andalucía, Córdoba; 2001, Museo Pedro de Osma, Lima; 2004, Tauromaquias, galería Trama, Barcelona; 2004, Fundación Rafael Botí, Diputación Provincial de Córdoba; 2009, Sala Parés, Escultures, Barcelona; y 2011, Feria de Arte-Art-Elysse, París.

En su amplia y rica trayectoria artística ha recibido varios premios y menciones, como: 1982, Beca Generalitat de Cataluña a las Artes Plásticas; 1982, Accésit bienal Pintura de Barcelona; 1984, Segundo Premio, bienal de Pintura de Barcelona; 1996, Selección de 10 Pintores Españoles por Mr. Dosch; y 1996, Colección Dove, Suiza en colaboración con la Embajada Española en Indonesia.

Y sus obras se encuentran en numerosas colecciones, como: Museo de Arte Moderno, Barcelona; Fundación “La
Caixa”, Barcelona; Art-Cake Provate Sammelm Gegenwartskunst, Zurich; Banca Rotschild, Zurich; colección Summer, Nueva York; Fernando Urquijo, París; Jaime Botín, Santander; Juan Entrecanales, Madrid; Travelstead, Nueva York; Philippe Guimiot, Bruselas; Francisco Daurella, Montecarlo; y Pascal Bonafoux, París; entre otros.

Afortunadamente para los cordobeses, el 4 de junio se ha inaugurado una exposición de Miguel Rasero, bajo el título “Bodegones” en la Sala Vincorsa, que permanecerá hasta el 12 de septiembre.

El conjunto está compuesto por 60 obras que, según el propio artista, suponen un trabajo de síntesis de 40 años. Las obras expuestas responden a la tipología de “bodegón” bajo una amplísima visión en la que sondea aspectos, que claramente se sustentan en clásicas influencias cubistas y en genuinos procedimientos personales.

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