Del diálogo con el arte a la eclosión de sensaciones

Por Ramón Montes.

En la medida que vamos conociendo la obra de nuestros artistas, vamos apreciando muchos de los rasgos que caracterizan sus creaciones, las temáticas que les interesan, las técnicas que prefieren, la intencionalidad que persiguen, las emociones que pretenden expresar o que le mueven en su quehacer. Es muy amplia la cantidad de rasgos, factores y elementos que en sus obras pueden aparecer. Sin embargo, no siempre se aprecia una personalidad tan llena de energía, vitalidad, conocimiento, creatividad y disfrute por su propio trabajo artístico, como la que podemos apreciar en Paco Ariza. 

Francisco Ariza Arca nació el 27 de julio de 1937 en Baena, donde actualmente vive y continúa con su incansable actividad creativa, abarcando campos como la pintura, la cerámica y la escultura. En 1956 inició sus estudios artísticos superiores en la Escuela de Bellas Artes “Santa Isabel de Hungría” (Sevilla), pasado finalmente a la de “San Fernando” (Madrid), donde obtuvo su licenciatura correspondiente.

Tras impartir enseñanzas artísticas en varios centros de Madrid, obtuvo la plaza de catedrático de Dibujo Bachillerato. Ejerció en institutos de Aranda de Duero, Lorca, Madrid, Baena y Córdoba, donde ejerció en los institutos “Blas Infante” y “Luis de Góngora”. Igualmente participó como profesor de Pintura de Paisaje en la Escuela Libre de Artes Plásticas de Priego de Córdoba.

Durante toda esa vida docente, a la que estuvo especialmente dedicado e implicado, también llevó a cabo una labor creativa, desarrollando una amplia producción en pintura, escultura y cerámica. 

Su implicación en la creación artística es completa, hasta el punto que podemos afirmar que realmente está sumergido en sus ideas, proyectos, experiencias, emociones y sensaciones.

El arte es su medio, su vida, su interés existencial, de ahí la riqueza de su obra, que ha ido evolucionando desde unas creaciones iniciales de clara influencia académica hasta formas más evolucionadas y alternativas; desde unos inicios donde el realismo es la tónica estética y técnica, hasta abstracciones, geometrizaciones y estilizaciones, para construir una personal visión de la realidad bajo fórmulas que emanan de su más íntimo diálogo con el entorno.

En él se dan cualidades que se retroalimentan y que actúan de forma sinérgica en su personalidad. De un lado su sencillez, es ante todo un artista nacido del pueblo, de su entorno más próximo, en el que vive y por el que vive, de él se alimenta espiritualmente y se dota de su alarde creativo. De otro, su espontaneidad e inocencia, que no ingenuidad, lo que le dota de honestidad y pureza, pero con un criterio que le hace enriquecerse personalmente.

A todo ello hay que añadirle su incansable actividad, su inquietud, lo que unido a su maestría técnica determina una inabarcable e ingente producción artística.

Desde sus comienzos como artista empezó a realizar exposiciones de sus obras. Fue en 1960 cuando llevó a cabo su primera exposición individual en Baena, en la Sala de los Amigos del Arte, a la que le seguirían cerca de otras cuarenta, entre las que destacamos: Paisajes de Castilla y Murcia, 1965, Lorca (Murcia); Galería Karma, 1972, Madrid; Galería de Arte “Club 24”, 1980, Madrid; Galería Studio 52, 1982, Córdoba; “A través del tiempo”, Sala de la Tercia, 2008, Baena; y “A orilla del río Salsum”, Casa de la Cultura, 2011, Baena. Su obra la ha expuesto también en cerca de cincuenta exposiciones colectivas, como es el caso de: XX Exposición Nacional de Pintura, 1965, Linares (Jaén); Primer Certamen de Pintura Ministerio de Educación y ciencia, 1973, Madrid; XXXVI Exposición Nacional de Artes Plásticas de Valdepeñas, 1975; Exposición Nacional de Zamora, 1976; Pintores Cordobeses, Diputación Provincial de Córdoba, 1983; Pintores para el 92, 1989, Córdoba; Exposición de fondos Artísticos Contemporáneos de los Grandes Municipios Cordobeses, 1993; “Tierra de olivos”, Legado andalusí, 2007, simultánea en Jaén, Úbeda, Baeza y Baena; y “El hombre que quiso volar” Centro de Arte Rafael Botí (Córdoba), 2019. 

Dentro de las diversas temáticas en las que ha trabajado podemos considerar como más representativas: el bodegón, el retrato, el paisaje, la tauromaquia, “el judío”, y las perspectivas aéreas. Dentro del retrato son muy singulares algunas obras, como: El marido de la Moyana, obra de juventud de fuerte expresionismo; Juana, auténtico modelo de maestría realista; y Mi hijo Paquito, en el que, manteniendo las trazas realistas, introduce pinceladas más expresionistas que contribuyen a la liberación de las sensaciones plásticas.

El tema de la tauromaquia fue tratado desde comienzos de la década de los 90; un tema que le sirve para investigar sobre nuevas formas representativas que oscilan entre el expresionismo y la estilización. En cuanto al tema del “judío”, tan presente e icónico en su pueblo, lo ha tratado mediante diversas técnicas, como pintura, diseño gráfico y escultura, habiendo dejado todo un legado artístico a tan representativa imagen de Baena. 

Mención especial merece su atención al paisaje como temática. Ha estado de forma continua, permanentemente presente en su producción y por consiguiente en sus intereses y motivaciones artísticas. En sus comienzos el paisaje es su entorno, la realidad que envuelve su existencia, los recuerdos y las experiencias, la atmósfera vital en la que se mueve, convirtiéndose en interlocutor de su continuo diálogo con él.

Pero de su continuo diálogo con el entorno emerge todo un mundo de análisis experiencias, búsquedas y sensaciones, que van eclosionando en una auténtica explosión creativa, que tanto en lo técnico, como en lo temático, cromático, iconográfico y semántico implican una riqueza artística que trasciende lo que se puede considerarse una trayectoria normal.

Así, de obras como Cortijo en ruinas, o Iglesia El Salvador, en las que se aprecia el realismo académico, pronto evolucionará hacia tendencias informalistas en las que tanto la abstracción, como la estilización geométrica y el formalismo tectónico serán los lenguajes que emplee. Dentro de estas avanzadas y personales tendencias se encuentran series como “Pedreras”, “Vistas aéreas” o “Cerros”; todo un alarde de contemporaneidad en su obra, entre las que destacamos: Paisaje a través del paisajeMonumentos de rocasEn oposición y Paisaje aéreo.

Y dentro del ámbito temático que nos atrae, el bodegón, fundamentalmente lo desarrolla en sus primeros años de vida artística, es en ese tiempo cuando, bajo diversas composiciones nos han llegado creaciones que concibió bajo una estética y una técnica propia del realismo.

Toda una serie de elementos domésticos y gastronómicos concurren en composiciones que nos invitan a trasladarnos a unos espacios propios del recuerdo y la ensoñación. Las piezas cerámicas, vidrios, muebles, paños, cestería y frutas, se ofrecen como estímulos a toda una evocación de las sensaciones más nostálgicas. Obras como: Bodegón con mesaBodegón con mantas, o Cristales de La Granja, se convierten en una verdadera panoplia de esta temática.

Desde unas primeras obras, colmatadas de academicismo y buscadoras de un hiperrealismo hasta sus últimas etapas en el ámbito del expresionismo, informalismo abstracción y construccionismo.

Si a ello le unimos sus creaciones escultóricas, entenderemos mejor el amplio bagaje de este artista, tanto en su formación, como en su producción y su estética. Su entrega vital y creadora le hace estar en una continua inmersión íntima en el disfrute y búsqueda de nuevas experiencias en el arte.

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