Por Ramón Montes Ruiz.
A quienes transitamos por los ambientes artísticos de nuestra ciudad nos llama la atención la personalidad tan singular de Julia Hidalgo. Su amplísima producción artística está pletórica de rasgos que han contribuido a definir su arte, a configurar su genuina personalidad, lo que la convierte en una pintora en la que su inquietud latente, tanto en su técnica como en su temática, y en los aspectos técnicos y semánticos, definen un estilo verdaderamente auténtico y natural.
Julia Hidalgo Quejo nació en Córdoba en 1948, realizando sus primeros estudios artísticos en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos “Mateo Inurria”, de esta ciudad. En este centro tuvo como maestro a José Duarte, profesor de la esta Escuela y miembro fundador del Equipo 57.
Posteriormente, como prolongación de su formación, curso estudios de Arquitectura de Interior en la Escuela Internacional de Decoradores (IADE) en Madrid, a la vez que asistió a las clases de dibujo que impartía el maestro Eduardo Peña Ruiz en su estudio de la Plaza Mayor de Madrid.
En 1972 inició sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla. En estos años de formación artística tuvo una especial influencia de algunos de sus maestros, como es el caso de Antonio Povedano en Córdoba, y de Manuel Pérez Aguilera en Sevilla.
Es una época de su vida en la que se enriquece de nuevos contactos y relaciones de amistad con artistas cordobeses, como Antonio Bujalance y Ángel López-Obrero.
Finalmente terminó sus estudios, obteniendo la licenciatura en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona en 1980, bajo la dirección de Jaime Muxart, miembro del Grupo Taüll, de la vanguardia catalana de la posguerra, por el que sentía un gran afecto y admiración.
Realizó su primera exposición de óleos en 1975, junto a la acuarelista María Teresa García Courtoy, en la Sala de Exposiciones de la Caja de Ahorros de Jerez de la Frontera.
Por esos años, se inauguró en Córdoba la Galería Atrium, donde ejerció como directora, siendo asesorada por su maestro Antonio Povedano. Esta actividad le permitió proyectar y ampliar su formación artística al facilitarle el contacto con artistas de reconocido prestigio, como el escultor Venancio Blanco, y los pintores Antonio Suarez, Pepi Sánchez, Agustín Úbeda y Giuseppe Gambino, entre otros.
Desde estos años en adelante, su trayectoria en el ámbito artístico ha sido intensa y amplia: profesora de Dibujo Artístico en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Córdoba desde 1983; profesora de Dibujo en la Escuela Taller creada por la Diputación Provincial de Córdoba para para la restauración de la Iglesia del Convento de la Merced; y, desde 1988, comenzó a sustituir la actividad docente por la dedicación completa a la creación pictórica, participando en numerosas exposiciones y consiguiendo importantes premios de nivel nacional.
Como muestra de la alta consideración de su calidad artística, en 1997, el Obispado de Córdoba le encargó la realización de unas pinturas para el altar mayor de la iglesia de Cristo Rey y Nuestra Señora del Valle. En reconocimiento a los valores artísticos que en ella concurrían fue nombrada académica correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.
La presencia de su obra en exposiciones ha sido muy extensa, habiendo llegado a participar en más de ciento veinte colectivas y en cerca de medio centenar de individuales, entre las que citamos a modo de muestra: 1980, Galería Studio 52, Córdoba; 1984, Galería Il Tragetto, Venecia -Italia-; 1985, galería d´Arte Borgo, Treviso -Italia-; 1990, Galería Alfama, Zaragoza; 1993, Galería Alfama, Madrid; 1994, Galería Haurie, Sevilla; 1999, Juan Manuel Lumbreras Galería de Arte, Bilbao; 2001, Caligrafía del alma, Cajasur Gran Capitán y Cajasur Reyes Católicos, Córdoba; 2005, Julia Hidalgo. Pinturas y collages, Juan Manuel Lumbreras Galería de Arte, Bilbao; y 2008, Límite. Julia Hidalgo. Obra reciente, Galería de Arte Kreisler, Madrid.
En su extensa trayectoria artística ha obtenido numerosos premios, menciones y medallas, entre las que destacamos: 1990, Medalla de Honor III Certamen Nacional de Pintura Pintores para el 92, Caja Provincial de Ahorros, Córdoba; 1991, Medalla de Honor VI Premio BMW, Madrid; 1992, Primer Premio de Acuarela Gaudí, Caja Provincial de Ahorros y Centro Catalán, Córdoba; 1993, Premio Nacional al Mejor Artista en la Especialidad de Dibujo, Revista Correo del Arte, Madrid; 1993, Primer Premio Nacional de Pintura Caja Madrid, Madrid; y 1994, Medalla de Honor IX Premio BMW, Madrid.
La alta consideración alcanzada por sus creaciones ha hecho que sus obras se encuentren colecciones particulares de España, Grecia, Inglaterra, Italia, Portugal, Japón y Alemania, al igual que en numerosos museos e instituciones, como es el caso de: Diputación Provincial de Córdoba, Museo Provincial de Bellas Artes de Córdoba, Obispado de Madrid, Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid, y Museo de Dibujo “Julio Gavin” del Castillo de Larrés en Sabiñánigo -Huesca-, entre otros.
Dentro de la variedad de registros técnicos que ha venido empleando, siempre ha mantenido una identidad estilística y una genuina personalidad, que hace que sus obras se reconozcan como propias y surgidas de una íntima reflexión y limpia intuición.
Así, aunque evolucionando y atendiendo de una diversidad de temáticas, se han mantenido unas señas de identidad en sus obras que le hacen distinguirse y en las que se destacan como rasgos personales: la fuerza expresiva, la sugerente sensibilidad, el dominio técnico, y el transparente y fuerte colorido.
Junto a ellos, como sustento anímico, llama la atención su vitalidad que emerge de una personalidad que emana inquietud, creatividad, positivismo, sensibilidad y hasta insatisfacción en sí misma; lo que, junto a curiosidad intelectual, son las motivaciones fundamentales de todo espíritu creador.
Técnicamente, su obra es reflejo de atrevidas composiciones, pero sustentadas por una profunda y madura formación académica. Como ella misma ha publicado, hay elementos que son básicos en la creación artística, y que ella los tiene muy presentes: la composición, como distribución de las masas en el espacio pictórico; la línea, como definidora de los límites de la forma y, a veces, como rompedora de tensiones entre los elementos; el color, por su aportación emocional; la luz, que contribuye a la configuración de las imágenes y, en su ausencia, la sombra, actúan como masas de definición y compensación de la realidad; y la textura, elemento fundamental en su obra y con una gran fuerza plástica.
En su técnica está presente su formación académica, pero desarrollada dentro de un espíritu inquieto y una fantasía que juega con las evocaciones reales, lo que determina que la temática que ha venido desarrollando camine sobre variados asuntos relacionados con su entorno, su cultura, y su sensibilidad: paisaje, arquitectura monumental, pintura religiosa, bodegones, flamenco, desnudo, mundo taurino, y mundo floral.
En la temática del bodegón ya en el comienzo de su carrera compuso algunos de notable atractivo y apreciables trazas geométricas que, al igual de los demás temas, fueron evolucionando hacia otros registros pictóricos más personales. Entre los pertenecientes a sus últimas creaciones, especialmente los realizados entre 2004 y 2010, podemos disfrutar de composiciones en las que la sencilla sutileza de los trazos se conjuga con atmósferas de color, convertidas en cómplices del evanescente pensamiento y emoción que los concibe; es el caso de Del rosa al amarillo, Sé huerto, y El roce de unas hojas. Auténticas evocaciones que intentan materializar sensaciones dentro de un halo onírico.
Su notable formación y su dominio técnico de la pintura, unidos a su inquieto espíritu creador, le hacen cambiar su registro pictórico, algo ya apreciado a lo largo de su carrera artística. En el caso de los bodegones, juega en este sentido creando unas composiciones que se ofrecen como auténticas investigaciones pictóricas, en las que emplea diferentes rasgos para conseguir el efecto expresivo de su pintura.
Son composiciones en las que los elementos representados, fundamentalmente las frutas, atraen nuestra atención, sugiriéndonos un mundo diferente, pero a la vez profundamente próximo y atrayente. En referencia a estas apreciaciones se encuentran: Bodegón de otoño, Bodegón azul y oro, Frutas para Mar, Granadas, y Mesa vestida de blanco.
En su pintura se aprecia el espíritu de Muxart en algunos de los criterios que el propio pintor manifestó que seguía en su obra como “el color, la textura y la forma”, así como que en su pintura buscaba “el equilibrio entre energía y juicio, con la intuición como hilo conductor”; valores y rasgos que en Julia Hidalgo están muy presentes.
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