Por José María Penco Director de AEMO
En un año muy complicado en el que los precios del aceite de oliva en origen están alcanzando cotas nunca vistas, desde la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) han realizado un análisis de la curva de elasticidad precio-demanda. Las conclusiones son, en su opinión, sorprendentes y reveladoras.
Julio de 2023, el sector oleícola español apenas logra mantener el rumbo en unas aguas bravas y revueltas nunca antes surcadas. Estamos ante una situación nueva y extrema a la que asistimos perplejos, sin experiencia previa y casi como un espectador más. Nos arrastra la corriente hacia lo desconocido y no adivinamos los obstáculos que nos esperan aguas abajo.
El dato es irrefutable: las bodegas y la cartera están vacías, apenas hay aceite de oliva para enlazar campaña y las expectativas de la próxima cosecha son, un año más, cortas. En este escenario de crisis, sólo nos queda resistir pero también observar, analizar y aprender para cuando las aguas vuelvan a su cauce.
Dicho de otro modo, se dio la tormenta perfecta, la producción de la campaña anterior fue muy corta, el aceite disponible ha salido a mejor ritmo de lo esperado de las almazaras y las expectativas de producción en la próxima cosecha son alarmantemente bajas. Y para complicar aún más las cosas, no habrá enlace suficiente.
Con estas ligeras alforjas, exploramos un territorio nuevo, sólo sabemos que no podremos satisfacer la firme demanda mundial tal y como la hemos conocido en los últimos años, simplemente porque no habrá aceite suficiente.
España sabe que es el principal productor global, y si nuestro país tose, y está tosiendo, el sector oleícola mundial se constipa o, lo que es peor, puede sufrir una fuerte angina de pecho, cosa más grave.
Visto lo cual, en AEMO, amén de todas las lecturas negativas ya hechas, nos planteamos una cuestión, que se nos antoja crucial y que puede arrojar luz en este oscuro escenario.
Dado que habrá que recortar drásticamente la demanda en los próximos meses, sí o sí, sencillamente porque no habrá aceite suficiente, ¿cuales son los niveles de precio que tendrá que alcanzar el aceite de oliva en origen para retraer obligatoriamente el consumo, tanto nacional como internacional y que de esta forma logremos alcanzar la campaña 2024/25 con un mínimo enlace?
Porque la otra alternativa es impensable y es que el aceite de oliva desaparezca de los lineales a cuatro o cinco meses vista de su restauración. Un hecho inédito en el aceite de oliva y en cualquier producto alimentario.
Para responder a esta pregunta hemos desempolvado los más básicos libros de economía y todos ellos nos llevan directamente al mismo punto: analicemos la curva de elasticidad precio-demanda.
Se trata de un ejercicio simple, pero no por ello menos revelador. Y eso hemos hecho, hemos tomado datos de los últimos 32 meses (octubre de 2020-junio de 2023), analizando la evolución de dos variables: las salidas totales mensuales de aceite de oliva (variable dependiente) en función del precio medio del aceite de oliva virgen extra en origen (variable independiente).
Anticipamos que contamos con una ventaja que nunca antes se dio, tenemos datos de salidas con precios inéditos hasta la fecha, los que se han producido en los últimos meses, y ya advertimos de que esto nos va a aportar información fundamental. Dicho y hecho, mostramos la curva en la figura 1.
Figura 1. Curva de elasticidad precio-salidas de aceites de oliva en España.
Los puntos azules representan las salidas reales de aceite en los 32 meses analizados (eje Y) frente a los precios medios en origen en el que se hicieron las operaciones de aceite de oliva virgen extra en cada uno de esos meses (eje X).
Hemos buscado y ajustado la curva de regresión que mejor se adapta a esta nube de puntos y ha resultado una función de tipo exponencial que se representa en trazo naranja, es la curva de elasticidad precio-demanda. Una vez ajustada la curva obteniendo así la pertinente función matemática, la hemos proyectado para valores de precio más altos que los dados hasta la fecha, de forma que nos sirva de predicción de futuro.
Si ahora observamos la situación de los puntos en torno a esta curva de ajuste vemos que existe cierta dispersión, lo que los estadísticos llaman “ruido”.
Esto se explica porque si bien las salidas mensuales del aceite de oliva dependen fundamentalmente del precio de equilibrio, también se deben a otras variables no consideradas en este análisis como puedan ser el mes en que nos encontremos (las ventas no son las mismas en agosto, febrero o noviembre); las expectativas futuras de cosecha, que a su vez son función de la evolución de la meteorología y su influencia en la evolución de la flor o el fruto; o también la situación de las existencias y expectativas de producción de los demás países mediterráneos, porque somos líderes pero no estamos solos en este mundo.
A su vez, permítannos señalar otra variable “imprevisible” pero fundamental en este mercado: la psicología, la partida de póker, el tira y afloja entre compradores y vendedores que se ven a menudo altamente influenciados por cada noticia más o menos interesada que surja en uno u otro sentido, lo que acelera y desacelera subidas o bajadas del precio en poco tiempo y que a menudo tornan el mercado en sentido contrario al esperado, basándose únicamente en conjeturas cortoplacistas.
Dicho esto, el coeficiente de determinación de la función (R2), que resulta ser de 0,63, puede considerarse aceptable, es decir, podemos afirmar que las salidas mensuales de las almazaras se explican en buena manera por el precio de equilibrio en el mercado.
Partamos de que la variable “salidas” se asemeja a la variable “demanda”, es decir, lo que se vende depende, lógicamente, de lo que el consumidor compra.
Tenemos, pues, nuestra curva de elasticidad precio-demanda que debemos analizar, comprender y leer entre líneas, porque, ahora sí, diremos que su comportamiento depende exclusivamente de un actor no nombrado hasta el momento, el más importante, el que decide, EL CONSUMIDOR.
La primera lectura es obvia, a mayor precio en origen, mayor precio en el lineal, se retrae la demanda y lógicamente disminuyen las salidas como no puede ser de otra forma tal y como ocurre con casi todos los bienes de consumo, pero analicemos cómo se produce esta disminución.
El consumidor nos está dando una lección histórica esta campaña.
En primer lugar, podemos observar que la elasticidad (pendiente) de esta curva no se comporta igual en todos los tramos de precios, porque el mejor ajuste ha resultado una función exponencial, no una función lineal.
En los primeros tramos de la curva (2-4 euros/kg.), cuando el precio parte de valores bajos, los incrementos unitarios de precio suponen una disminución mayor de la demanda, la curva es más elástica, sin embargo, a partir de ciertos valores (entorno a 4,5 euros/kg.) la pendiente de esta curva disminuye y, según avanza, se va haciendo más inelástica.
Dicho de otro modo, a medida que aumenta el precio necesitamos subir más esta variable para disminuir la demanda y por tanto las salidas.
La interpretación de este análisis podría ser la siguiente: existe un tramo de población con renta más baja que a partir de ciertos precios, lógica y desgraciadamente, necesita disminuir el consumo de aceites de oliva en favor de otras grasas sustitutivas (en España girasol), esto explica la mayor elasticidad (pendiente) de la función en los primeros tramos, pero según avanza el precio el resto de los consumidores que van quedando, y que no son pocos, se resisten a dejar de consumir aceites de oliva, y entonces necesitamos incrementos de precio cada vez mayores para que se vayan retirando del consumo, o simplemente para que vayan limitando su uso para ciertas artes culinarias (aderezo en fresco, por ejemplo).
Todo esto tiene un nombre, FIDELIDAD del consumidor, y lanza el mensaje irrefutable de que TENEMOS UN TESORO en nuestras manos.
La explicación es clara, los valores intrínsecos y diferenciales de los aceites de oliva cada vez son más conocidos y reconocidos en el mundo; el consumidor internacional se resiste a abandonar el consumo espoleado principalmente por las cualidades saludables que son publicadas cada semana en medios de referencia; y el consumidor nacional, si bien es cierto que es un consumo maduro y estancado, tiene un suelo del que no baja y se mantiene por tradición.
Esto explica que los actores de nuestro mercado, ante las acentuadas subidas del precio, asistamos perplejos a las buenas salidas un mes tras otro, vemos como el consumo disminuye, por supuesto porque tiene que hacerlo, pero lo hace con una resistencia más grande de la que esperábamos.
Por todo lo expuesto, tenemos que sacar una conclusión clara: el consumidor nos está dando una lección histórica esta campaña, nos está transmitiendo que valora los aceites de oliva mucho más de lo que pensábamos y está desmontando muchos falsos mitos tales como que las ventas se derrumbarían estrepitosamente con precios superiores a los 5 euros y hoy con más de 7 euros se mantienen salidas muy dignas.
También se nos repite a menudo que el consumo, que inevitablemente estamos perdiendo ahora, no se recuperará después, lo cual, vistos los datos, estamos seguros de que no será así. El consumidor valora nuestro producto más que nosotros mismos y volverá a su grasa favorita cuando se estabilicen los precios, no nos cabe la más mínima duda.
Sigamos promocionando los aceites de oliva con el virgen extra como bandera y sumemos nuevos consumidores mundiales
Dicho esto, aprendamos de esta lección porque seguro que pronto vendrán buenas cosechas. Así, España producirá, antes o después, más de 1.800.000 toneladas de aceites de oliva y el mundo totalizará más de 3.500.000 toneladas, y es entonces cuando tenemos que activar mecanismos que eviten que el precio se derrumbe de nuevo al infierno de años pasados, porque tenemos el dato más valioso que podemos tener; el consumidor ha bendecido el aceite de oliva virgen extra como la reina absoluta de todas las grasas.
Y porque, además, no podemos olvidar que estamos ante un zumo de fruta que se produce en una arboleda y ello conlleva unos costes de producción que exigen que el precio del aceite de oliva virgen en origen no baje del umbral de 3,5-4 euros/kg. para que de esta forma podamos retribuir a toda la cadena de valor, y decimos a todos: olivareros, almazareros, envasadores y distribución. Insistimos que el consumidor lo admite porque lo valora, sólo es cuestión de creérnoslo.
Según la curva mostrada, las salidas correspondientes a niveles de precios de 3,5-4,0 euros/kg. serían de 120.000 t./mes, lo que se correspondería aproximadamente con una campaña de producción en España de 1.500.000 t., ahí quizá esté el dato que debemos retener.
La tarea en estos tiempos es determinar que estrategias de regulación debemos establecer para mantener este precio mínimo. Ahí está el reto.
Para concluir diremos que la producción de calidad es clave en todo esto, porque los valores diferenciales están donde están, están en los aceites de oliva vírgenes y esto no podemos olvidarlo nunca.
Produzcamos calidad, renunciemos si es necesario a algún punto de rendimiento en favor de vírgenes extra limpios y potentes tanto sensorial, como nutritivamente, ahí está el primer paso que ya empezamos a dar.
Si seguimos teniendo excedentes que puedan derrumbar el precio, gestionémoslos con almacenamiento para campañas cortas y/o abrámonos a otras ideas imaginativas e irruptoras: donaciones de excedentes para los colectivos más desfavorecidos, usos alternativos al consumo humano para las peores calidades… y, por supuesto, sigamos promocionando los aceites de oliva con el virgen extra como bandera, y sumemos nuevos consumidores mundiales, porque esto desplazará la curva hacia arriba y, si es así, al mismo precio se venderá más.
Concluimos esta reflexión mostrando el cuadro de salidas en función del precio (tabla 1), aplicando la función de elasticidad calculada. Conste que estos datos se muestran solo a título orientativo porque después, como todos sabemos, este mercado tiene muchas variables, muchas derivadas y hará en cada momento lo que, con más o menos acierto, tenga que hacer.
Tabla 1. Estimación de las salidas de aceites de oliva en España en función del precio de equilibrio de mercado, según el ajuste estadístico de los últimos 32 meses (octubre 2020-junio 2023).
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