Por Alejandro Ibáñez.
Es un hecho probado por la Ley de la Arqueogastronomía: junto a cada yacimiento arqueológico importante siempre hay un lugar donde, tanto el arqueólogo como a aquellos que les gusta navegar por el tiempo, los llamados viajeros culturales, pueden degustar los placeres de la gastronomía local. Y hoy lo he vuelto a comprobar desayunando en el Restaurante Los Cabañas antes de subir al impresionante poblado ibérico del Cerro de la Cruz, en Almedinilla.
El desayuno de hoy: pan de panadería regado con aceite de oliva virgen extra de cosecha Los Cabañas, acompañado de un buen jamón y tomate con ajito picado de las huertas de kilómetro 0, simple, pero… eficaz para lo que nos esperaba: subir a un lugar estratégico de estas Sierras Subbéticas y transportarnos en el tiempo, un lugar que fue elegido como el asentamiento de un poblado fortificado en un momento entre los siglos III – II a. n. e. y que ha sido declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica.
Su privilegiada posición para el control del territorio fue también, a lo largo de los siglos, causa de desgracia para sus habitantes: primero, en torno al año 140 a. n. e. fue arrasado por los romanos; mil años después, cuando era una pequeña alquería de época emiral, también fue campo de batalla en los enfrentamientos entre Omar Ben Hafsún con el Emirato de Córdoba y, por último, también después de otros mil años, fue frente de guerra durante la Guerra Civil Española.
Hoy podemos conocer su urbanismo complejo y planificado caracterizado por diferentes terrazas artificiales, que se realizaron para salvar la pendiente del cerro a partir de grandes muros de aterrazamiento con calles concéntricas comunicadas entre sí por rampas perpendiculares, que se sitúan entre estos muros y con unos espacios plurifuncionales, para vivienda y trabajo que suelen repetir la combinación de almacenes, zona de molienda, telares y aljibes de hasta 8.00 m. de profundidad.
Este tipo de viviendas, seguramente con cubiertas de madera, tenían espacios para descanso en la planta alta y de trabajo en la baja, y aparecen orientadas al sureste para aprovechar la luz diurna, es el característico de las sociedades rurales de componente básico agropecuario hasta casi la actualidad.
Y proponemos un pequeño enigma al visitante interesado: localizar el punto exacto, en medio de una de sus calles, donde fueron abatidos por los romanos y ante de incendiar el poblado, algunos de los habitantes que apoyaron la causa del rebelde Viriato.
Completa la visita a este interesante yacimiento la recreación de una serie de viviendas que se han realizado a la entrada del mismo, junto con un horno y taller de alfarero, y que ayudan a la interpretación de la vida cotidiana de los habitantes de este lugar tan estratégico.
La visita debe completarse para entender mucho mejor este yacimiento con el Museo Histórico – Arqueológico, aunque recomendamos volver a Almedinilla en otras ocasiones por varias razones como conocer la Villa romana de El Ruedo y seguir con la interminable carta de Los Cabañas.